sábado, 3 de mayo de 2014

Muchas felicidades Matu

Hoy cumple 20 años una de las personas más importantes de mi vida, uno de esos ángeles de la guarda de los que hablaba ayer. Una persona que en los últimos años ha estado siempre a mi lado, compartiendo experiencias, momentos de risas y llantos, victorias y derrotas.



¡Muchísimas felicidades Matu!



Tú me enseñaste a valorar la amistad, a reír mientras lloraba, a saber perdonar, a ser como soy,… Has sabido escucharme si he estado mal y aunque a veces no te lo he reconocido como te mereces, sabes de sobra que son tonterías mías.

Gracias por esos días de Autocid, por esas fiestas, por esas tardes de risas, por nuestras sesiones de fotos, por entendernos con la mirada, por ser como eres porque simplemente eres GENIAL.

Lo bueno de todo esto, es que ya sabes que entre nosotras las palabras sobran y que ya no quede nada que decir porque probablemente ya lo sepas todo. Simplemente, pedir muchos años más a tu lado para poder seguir riendo, llorando y compartiendo experiencias.


Te quiero muchísimo, medio hermana –Tu ya me entiendes- 

jueves, 1 de mayo de 2014

20'

Creo firmemente en que la ayuda viene siempre de quién menos te lo esperas. Un día, sin esperarlo y cuando lo das todo por perdido, aparece esa persona que te dice que todo estará bien. Que te escucha, te comprende y te ayuda. Que hace que la situación parezca menos negra. Que te hace sentir mejor. Te da la mano y ayuda a que te levantes. Camina contigo y te sujeta cuando te tropiezas. Evita que cometas los mismos errores, que derrames más lágrimas. Se convierte en tu ángel de la guarda. Y te sientes segura. Y sonríes de nuevo.

Yo sé lo que es tener un ángel de la guarda y por eso doy las gracias a aquellas personas que aparecieron en mi vida de repente, sin llamar, y que ahora se han convertido en pilares imprescindibles de ella.

martes, 8 de abril de 2014

·360·

Septiembre-Octubre, 2085

Querido Sebastian,

Los escombros se resquebrajan bajo mis pies. Todo lo que conocíamos hasta ahora, nuestro mundo, ha cambiado. No queda nada de esta ciudad que pueda recordar a lo que ha sido días antes.
En mi mente tintinean las imágenes de la catástrofe, de todo aquello que era obvio que pasaría y que, sin embargo, ninguno quisimos aceptar.

Aún queda un ápice de esperanza en mi de poder encontrarte. A ser posible con vida. Pero a medida que avanzo entre los edificios calcinados, esa pequeña ilusión es caza vez menor.
¿Como hemos podido llegar hasta aquí? Me pregunto incesantemente. Aún así, mi cabeza no encuentra una respuesta. Quizás sea lo mejor.

Los días pasan y los llantos desconsolados de los pocos supervivientes se hacen cada vez más presentes, hasta tal punto que, pasado el mes de Septiembre, es lo único que puedo escuchar. Después, solo silencio.

Llevo caminando días y noches buscando una señal que, por minúscula o insignificante que sea, me devuelva la esperanza. La misma que me diste tú cuando pensaba que las cosas no podían ir a peor. Pero me equivoqué.
Aún recuerdo tus ojos verdes. Esos ojos que me calmaban cuando todo parecía desmoronarse. También recuerdo tus brazos, los que me rodeaban con fuerza y hacían que me sintiese protegida. Tu pelo, el cual siempre alborotaba con los dedos porque me encantaba hacerte rabiar. Y tu sonrisa, esa sonrisa tímida que me enamoró desde el primer momento en que la vi.
Recuerdo la promesa que me hiciste al marcharte la primera vez. Nunca más me dejarías sola. ¿Dónde estás ahora cuando más te necesito?

Por favor Sebastian, vuelve.

Sentí como una fría lágrima recorría mi mejilla. Dejé el lápiz y el papel en el suelo y grité. Grité de la impotencia, del miedo, de la incertidumbre,... Grité porque no quería llorar, no quería ser débil. Grité porque le echaba de menos y porque sabía que, quizás, no le volvería a ver más.
Me dejé caer de rodillas al suelo, mi cuerpo me pesaba demasiado. Me faltaba la respiración y notaba como la linea del horizonte se iba desdibujando cada vez más, y más, y más, ...

...Días más tarde...

Un olor nauseabundo, mezcla de productos químicos y cadáveres putrefactos, penetró por mi nariz, haciendo que me despertase. Seguía aturdida y confusa. Sobretodo confusa. Examiné con detalle la sala en la que me encontraba: Era una habitación minúscula que carecía de ventanas. Las paredes estaban pintadas de un inmaculado blanco, y lo único que había en ella era una pequeña mesa, una camilla de experimentos y yo. No recordaba con exactitud como había llegado hasta allí, pero supuse que mi inconsciente habría hecho el trabajo.
Parecía un lugar seguro, probablemente de lo poco que se había librado de la catástrofe. Las paredes estaban frías. Di dos golpecitos en ellas, y el sonido retumbó en toda la habitación. Una habitación blindada.
Pero, a pesar del aspecto 'acogedor' de aquella especie de tanque, no pude quedarme y eche a correr. Debía de encontrarle.

Corrí con todas mis fuerzas, las pocas que me quedaban. Corrí lo más rápido que pude, y al fin llegué. Una colina se alzaba ante mi, firme, impasible ante lo que acababa de ocurrir. Me arrastré hasta la cima, arañando la ladera con mis uñas, esperando que así fuese más fácil el ascenso.
Un aire seco acariciaba mi melena. Las vistas desde arriba eran atroces, escalofriantes: Los rascacielos que antes se alzaban sobre la ciudad, amenazantes, ahora habían quedado reducidos a cenizas. La vitalidad que la gente desprendía a todas horas, estaba sumida en un eterno silencio. Las calles rebosantes de actividad, albergaban ahora almas en pena que, como yo, buscaban algo en lo que poder creer de nuevo. Nueva York, la ciudad que nunca duerme, había caído en un sueño profundo del que no iba a despertar jamás.

Me aferré a la carta que días antes había escrito. Las cosas habían dado un giro de 360º y me era imposible imaginar una nueva vida así, vacía. Sin él.

Solté aquel trozo de papel y dejé que el viento lo arrastrase de vuelta a la ciudad. Soñé, por unos instantes, que Sebastian recibía la carta, que estaba vivo, que sería menos difícil empezar de 0. Pero habían pasado demasiadas cosas como para vivir de un sueño, y, aquel gris escenario, me devolvió a la realidad.

...Noviembre, 2085...

Los primeros copos de nieve comenzaron a caer con fuerza, pero se desvanecieron en cuanto tocaron el ardiente suelo aún repleto de escombros. Puede que fuese una señal, puede que ya no quedase vida en esa maldita ciudad. Puede que estuviese sola.

El mero hecho de darme por vencida me aterraba. No porque no lo hubiese intentado, si no porque me negaba a pensar que él ya no estaba. Pero había pasado un mes, y las posibilidades de encontrarle eran ya casi nulas.

Hoy. Diciembre, 2085

He perdido el rumbo de mi vida. He removido cielo y tierra tratando de lograr algo que, desde el principio era prácticamente imposible. Le he perdido y, con él, me he ido yo.

Aún sostengo en mis manos aquella carta que escribí. Está ennegrecida y llena de sangre. Recuerdo que la encontré posada en una tubería de hierro. Un poco más adelante, estaba su camisa. Un hombre, ya ajado por el frío y la miseria, me dijo que un chico de ojos verdes como la esmeralda había muerto hace escasos días cerca del lugar donde me haya. La casa en la que se encontraba escondido, se desplomó sobre su cabeza. No fue capaz de escapar. Vagué por la ciudad, sin rumbo, intentando engañar a mi corazón de que aquello no era cierto. Pero lo es. 

Noto como la tierra se mueve bajo mis pies. Mi mundo interno se vuelve a desmoronar. Otro giro de 360º. Y ya no soy capaz de empezar de cero. Ni siquiera de intentarlo. Poco a poco me veo sumida en un profundo sueño del que nunca volveré a despertar. Jamás.

jueves, 20 de febrero de 2014

Balloons

¿Os acordáis cuándo de pequeños queríamos con todas nuestras fuerzas que papá o mamá nos comprasen un globo con alguna forma especial? Y, ¿ataban muy fuerte el globo a nuestras muñecas para que no se fuese volando? Al final, siempre conseguíamos desatar el nudo y agarrar la cuerda con la mano hasta que, un fuerte viento hacía que el globo saliese volando. Nosotros, lógicamente, pataleábamos y llorábamos pero nunca nos compraban otro globo.


La vida, la mía y la de cada uno de vosotros, esta representada en ese globo. Todo lo que ansiamos conseguir o hemos conseguido, todo lo que nos gusta y todo lo que nos merecemos. En definitiva, todo lo bueno que nos pasa, y, a veces, en consecuencia lo malo.

Desde pequeños nos enseñan a luchar por lo que de verdad queremos, y nos dejan muy claro que no es fácil lograrlo. Pero también que, si al final lo consigues, mayor es la satisfacción. El problema está en que no somos conscientes de que hay que cuidar las cosas y que, por mucho que ya sean tuyas, siempre van a necesitar de atención. Debes asegurarte de que tienes el cordel de tu vida bien anudado a tu muñeca, porque ráfagas de viento hay todos los días. Alguna, a menos que lo impidas, será lo suficientemente fuerte como para hacer volar tu globo. Y si eso ocurre, de nada servirá llorar o enfadarse porque, como bien dijeron papá y mamá: "Ya no te vamos a comprar otro globo".

domingo, 26 de enero de 2014

Pasito a pasito...

Ese gran consejo –inútil pensaréis alguno- que aprendemos de pequeños pero que, según nos hacemos mayores, vamos olvidando.  La vida consiste en avanzar despacio: Para saborearla, para no caernos, para aprender, para ilusionarnos y para sorprendernos. Cuanto más rápido queremos ir, cuanto más ansiamos conseguir, y, cuanto menos tiempo queremos emplear en ello, más retrocedemos. No se trata de la meta, si no del camino recorrido. Porque el error más grave que cometemos es dejar pasar la vida intentando vivirla de una manera equivocada.

miércoles, 22 de enero de 2014

Soy de las chicas...

Soy de las chicas que prefieren ver el vaso medio lleno, de las que ven el mundo de color amarillo porque no les gusta el rosa, de las que tienen la cabeza en la luna y los pies en la tierra.

Soy de las chicas que dicen lo que piensan, de las impulsivas, de las que se equivocan, de las que cogen cariño a la piedra con la que se tropiezan pero que aprende de cada caída.

Soy de esas chicas aparentemente normales pero que, si las conoces, te das cuenta de que, lo que se dice normales no son. Porque, siendo realistas, esta vida se afronta mejor con una pizca de locura.

En definitiva, soy de esas chicas que saben que la vida está llena de decepciones, y si encima las damos más importancia que a los momentos buenos, nos pasaremos más de media vida lamentándonos. Y creedme que eso no merece la pena.

sábado, 11 de enero de 2014

Algunas amistades son eternas de Pablo Neruda

Algunas veces encuentras en la vida
una amistad especial:
ese alguien que al entrar en tu vida
la cambia por completo.
Ese alguien que te hace reír sin cesar;
ese alguien que te hace creer que en el mundo
existen realmente cosas buenas
Ese alguien que te convence
de que hay una puerta lista
para que tú la abras.
Esa es una amistad eterna…
Cuando estás triste
y el mundo parece oscuro y vacío,
esa amistad eterna levanta tu ánimo
y hace que ese mundo oscuro y vacío
de repente parezca brillante y pleno.
Tu amistad eterna te ayuda
en los momentos difíciles, tristes,
y de gran confusión.
Si te alejas,
tu amistad eterna te sigue.
Si pierdes el camino,
tu amistad eterna te guía y te alegra.
Tu amistad eterna te lleva de la mano
y te dice que todo va a salir bien.
Si tú encuentras tal amistad
te sientes feliz y lleno de gozo
porque no tienes nada de qué preocuparte.
Tienes una amistad para toda la vida,
ya que una amistad eterna no tiene fin.

PABLO NERUDA


'Lo primero darte las gracias por ser uno de los mejores regalos que me ha dado la vida, porque gente como tu queda muy poca y he tenido la suerte de conocerte. Lo segundo, recordarte que vales muchísimo y que tú sola eres capaz de comerte el mundo entero, así que no quiero ver como derramas una lágrima más por cosas estúpidas, y si en este 2014 lloras, que sea de felicidad. Porque te mereces ser feliz. Feliz, como mínimo. Y lo tercero, decirte que te quiero mucho y que siempre, pase lo que pase, estaré a tu lado.' Querida Tú (Inédito)