Ese gran consejo –inútil pensaréis alguno- que aprendemos de pequeños
pero que, según nos hacemos mayores, vamos olvidando. La vida consiste en avanzar despacio: Para
saborearla, para no caernos, para aprender, para ilusionarnos y para
sorprendernos. Cuanto más rápido queremos ir, cuanto más ansiamos conseguir, y,
cuanto menos tiempo queremos emplear en ello, más retrocedemos. No se trata de
la meta, si no del camino recorrido. Porque el error más grave que cometemos es
dejar pasar la vida intentando vivirla de una manera equivocada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario