Allí estaban aquellas cuatro niñas. Inocentes y puras. Tendrían alrededor de catorce años, unas más y otras menos. Agarradas de la mano, en aquella calle de París bastante transitada. Era un día gris, lluvioso, apagado... Se encontraban de pie, frente a un viejo teatro, por aquel entonces abandonado y que, en su tiempo, fue muy conocido: El Moulin Rouge. Aquel edificio había albergado los mayores espectáculos jamás vistos en la historia. Por el habían pasado las mejores estrellas del cabaret y los musicales. Y, aunque aún no lo sabían, ellas no iban a ser menos. Pero de eso hace ya mucho tiempo.
Hoy es el día. No esperés más. El sol luce en lo alto del cielo, esprándote. Levántate de esa cama en la que llevas varios días. No merece la pena sufrir, y menos por algo así. Quítate las legañas que te impíden ver quien eres realmente. Y ponte frente al espejo. ¿Qué ves? Algo maravilloso. Eso seguro. Eres tú, te lo juro. Sécate las lágrimas y sonrie. Porque hoy es tú día. Estoy segura. Hoy saldrás a comerte el mundo, a arrasar, a demostrar que eres capaz de todo, que tú vales y que ni nada ni nadie puede hacerte sufrir. Porque hoy eres joven y puedes hacer lo que quieras: Reir, saltar, gritar, emocionarte, olvidarte del día en el que estás, cometer locuras, enamorarte, despertarte al día siguiente sin saber que has hecho y donde estás. No pienses en mañana. Solo vive y se feliz.
